Hoy en día, realizamos múltiples actividades en Internet. A través de distintas aplicaciones y servicios hablamos con nuestros conocidos, buscamos información, o publicamos nuestros pensamientos. En Internet también compramos un billete para viajar a cierto lugar, buscamos piso, hotel o habitación. Compramos ropa, libros o tecnología. Vemos vídeos de humor, compartimos memes, nos organizamos políticamente…

Existen múltiples razones para que estas actividades las desarrollemos de forma tan masiva a través de una herramienta como Internet, pero uno de los factores clave ha sido presentar la web como un espacio para la comunidad, la participación y el intercambio de información. De hecho, estas tres ideas probablemente han constituido el núcleo de los principales discursos que han acompañado y legitimado el desarrollo de Internet a través de sus distintas etapas. Pioneros como Vannebar Bush o Ted Nelson deseaban producir a través de Internet una utopía informativa, mientras que la idea de una comunidad inmediata, descoropreizada era el ideal utópico de distintos grupos contraculturales que se plasmó en proyectos como la WELL, una de las primeras redes. Participación, comunidad e intercambio de información son también ideales que sirvieron de combustible a Internet durante la burbuja de las puntocom a finales del siglo pasado, pero también fueron estas ideas las que, a partir de los discursos sobre la web 2.0, fortalecieron el renacer de la escena tecnológica con el desarrollo de las plataformas digitales.

Actualmente, a pesar de que gigantes tecnológicos como Amazon, Google o Facebook siguen insistiendo en estas cuestiones, posiblemente sea más complicado afirmar que Internet se basa en estos grandes ideales. Fenómenos como la vigilancia masiva, las fake news, la economía de los datos o las plataformas de trabajo nos revelan que Internet no es, desde luego, ningún sueño. Sin embargo, tampoco termina de convertirse en la pesadilla que auguran ciertos autores tecnoescépticos. Por eso quizá probablemente sea más justo decir que el mundo virtual, en nuestro presente, es sobre todo un espacio de conflicto.  Un conflicto en el que Internet actúa a veces como herramienta, pero en ocasiones también como el propio objeto en disputa.

El jueves 28 de octubre, algunos miembros de Panoptikuhn participaron en la mesa redonda “la tipología del conflicto en la red” en el evento Más Filosofía 2019 para ofrecer algunas perspectivas teóricas sobre el conflicto digital. 

En primer lugar, Enrique Alonso compartió con nosotros sus Apuntes para una Historia del Conflicto en la Red, con los que presentó la forma en que distintos actores se han constituido como sujetos en distintos enfrentamientos en torno a lo digital. A continuación, la intervención de Daniel Pérez Fernández planteó una distinción entre conflictos en la red y conflictos por la red. A partir de esta distinción, Daniel analizo uno de estos conflictos por la red a partir de nociones como cibersoberanía o cibernacionalismo. Finalmente,  en una intervención titulada Tecnología, radicalización y violencia, Jediael Álvares de Dompablo analizó el papel de la tecnología en el fenómeno de la radicalización política.